viernes, 17 de mayo de 2013

Leyenda del Ceibo


Flor de Ceibo: Flor Nacional de la República Argentina

Cuenta la leyenda que en la tribu guaraní que habitaba sobre el Río Paraná,(hoy provincia de Corrientes) existía una joven princesa muy intrépida y audaz llamada Anahí y aunque no era muy bella, sí era dueña de una voz dulce y melodiosa y por esa razón hacía honor a su nombre ya que Anahí significa la de la voz del pájaro en la lengua guaraní.
Anahí tenía muchos pretendientes, algunos la querían de verdad pero otros sólo buscaban heredar el título de su padre, el cacique de la tribu. Pero Anahí sólo quería ser libre y cantar como los pájaros.
Un día hubo preparativos de guerra y le preguntó a su padre que ocurría:
-Tenemos que protegernos hija, por el río se acercan hombres extraños con armas que escupen fuego-.
Aquellos “hombres extraños” eran los conquistadores españoles, y su padre el cacique les había declarado la guerra para defender a su pueblo y a sus tierras.
La lucha fue sangrienta, muchos guaraníes murieron , entre ellos el padre de Anahí, el gran Cacique.
El consejero de la tribu se acercó a Anahí y le dijo:
-Grande es tu dolor  pero mi pena es aún más grande- aseguró-N tienes marido, ni hijo; no habrá entonces un nuevo cacique para quiar a nuestro pueblo. Y, cuando debemos estar más unidos que nunca la gente se dividirá siguiendo a unos y a otros.
Anahí pasó la noche desvelada pensando en las palabras del consejero. A la mañana siguiente, anunció a todos su decisión:
-Es verdad, alguien debe guiar al pueblo, y lo haré yo, desde hoy, yo seré el nuevo cacique-.
Desde ese momento  la lucha tomó otro rumbo.
Los guerreros guaraníes, a las órdenes de la mujer cacique, utilizaron estrategias más inteligentes y atrajeron a los invasores hasta lo más espeso de la selva para dejarlos allí, perdidos, a merced de las fieras.
Pero los enemigos volvían siempre a la carga, Entonces Anahí, para terminar con esa pesadilla, pensó atacar directamente al comandante.
Una noche se acercó sola al campamento, flecha en mano, sigilosa como un gato montés. Por desgracia, un centinela la descubrió y fue tomada prisionera.
El comandante no dudó en condenar a muerte a la mujer cacique. Y, para escarmiento de los guaraníes, ordenó que muriera en una hoguera, al pie de un árbol de la selva.
Cumplieron la orden pero, cuando el fuego empezó a arder, ocurrió algo sorprendente. Las llamas y el cuerpo de Anahí se fundieron hasta desaparecer entre las ramas del árbol y así reaparecer transformados en brillantes flores rojas, desconocidas hasta entonces.
Los españoles, ante el milagro ocurrido huyeron aterrados del lugar mientras que los guaraníes que habían visto todo escondidos en la selva, se acercaron al árbol con reverencia.
Comprendieron entonces que la valiente mujer ya era parte de la naturaleza y parte de su tierra.
Una de las ancianas de la tribu dijo lo que todos sentían:
- Ganemos o perdamos esta guerra, nuestra raza vivirá por siempre, con Anahí, en el espíritu de la tierra.


Desde aquel día, la leyenda perdura y, año tras año, Anahí se asoma en esa flor roja como la sangre: la flor del Ceibo.



jueves, 16 de mayo de 2013

Leyenda de la Yerba mate

Cuenta la leyenda que la diosa Luna se paseaba un día a la hora del crepúsculo por una intrincada selva, acompañada de una nube. Ambas habían adoptado, para descender a la Tierra, la forma de hermosas doncellas. De pronto  fueron sorprendidas por un enorme yaguareté, que abriendo sus fauces hambrientas avanza hacia ellas. Afortunadamente, un aborigen guaraní que cazaba por los alrededores vio a la bestia y sin perder su serenidad se abalanzó cuchillo en mano hacia ella en el preciso instante en que se agazapaba para saltar sobre las indefensas mujeres; éstas tuvieron así tiempo de recobrar sus respectivas formas de Luna y de nube y se pusieron a salvo en la inaccesible bóveda celeste.
Entretanto proseguía la dramática lucha, en la que el aborigen arriesgaba su vida. En el momento culminante, el yaguareté se arrojó de un salto sobre su enemigo. Pero el aborigen, rápido como el pensamiento, se agazapó esquivando así el golpe, y en el momento en el que  el tigre pasaba le clavó el cuchillo en el corazón.
La bestia cayó fulminada, dando un rugido atronador que resonó en los ámbitos de la selva. El indio triunfador buscó a las doncellas salvadas y se sorprendió al no encontrarlas.

La noche lo sorprendió sin poder salir del bosque; para ponerse a salvo de las feroces bestias se trepó a un árbol para dormir. En sueños se le apareció la diosa Luna que le agradeció su acción y le dijo que: como recuerdo de aquella hazaña nacería una planta hermosa y útil en el mismo lugar donde él había luchado con el yaguareté. Al despertar, vio que en efecto, había allí una alta y hermosa planta: Caa, la yerba, la bebida que reconforta y alimenta. Caá la llaman los aborígenes guaraníes, Ilex paraguayencis, los botánicos; yerba mate o , simplemente yerba el pueblo.
Hace cuatrocientos años que los conquistadores a adoptaron del pueblo guaraní. Desde entonces se recogen los tallos tiernos y las hojas de esta planta, y después de hacerlos secar se bebe en infusión -el mate cocido-o bien como mate , el cual es la bebida argentina tradicional.